Queremos
formar un grupo de fieles cristianos que se consagren a la Inmaculada según el
espíritu de San Maximiliano María Kolbe, formando así parte de la Milicia de la
Inmaculada, que él fundó, junto con otros seis frailes, en Roma, allá por el
año 1917.
Sabemos que la consagración primera y
principal es obra del Señor. Y es el Señor quien, en la Cruz, nos ha confiado a
María: “Mujer, he ahí a tu hijo” e “hijo, he ahí a tu Madre” (Jn 19, 26-27). En
cierto sentido, hemos sido consagrados a Ella por Dios. Es un don que Dios nos
hace. Y, a cada don, le corresponde una respuesta. Estamos pues invitados a
darnos a María y a recibir las gracias de las que Ella está llena.
Se trata de renovar las promesas
bautismales a través de la Virgen Inmaculada. Nosotros le entregamos todo
nuestro ser: nuestra vida, nuestro pasado, nuestro presente, nuestro futuro,
nuestros dones y carismas, nuestros fallos y zonas oscuras, nuestras heridas y
sanaciones por recibir, nuestros bloqueos y mecanismos de defensa, nuestras
intenciones de oración, nuestros méritos, nuestra vocación, nuestro/a esposo/a,
nuestros hijos, todo. Así, introducidos en su inmaculado corazón, Ella nos
podrá conducir, proteger y ayudar a recorrer el camino que lleva a dar la vida
como lo hizo el Maestro y Señor, “a ser santos e inmaculados en su presencia
por el Amor” (Ef 1, 4).
Un pequeño grupo de los que decidan
consagrarse saldrá en misión a la calle para buscar mujeres embarazadas y
proponerles acudir a la iglesia para ser bendecidas y consagrar al niño a la
Virgen ya antes de nacer. Será un acto sencillo, hermoso y potente, porque
aprenderemos a confiar en Dios Todopoderoso, Padre de las Misericordias, el
Sumo Bien. Pondremos al niño que nacerá ya en las manos más puras, más santas y
más audaces: las de la Virgen Santísima, nuestra Madre Inmaculada.
Pensad que hay grupos que ofrecen los
niños a Satanás. Nosotros no nos podemos dormir en los laureles y vivir como si
este mundo fuera todo él cristiano. Anímate: tú, el primero, después los niños
que han de nacer, consagrados a la Inmaculada. Será también una manera concreta
de defender la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
Si deseas participar, ponte en contacto con fr. Gonzalo.