domingo, 4 de noviembre de 2018

FIESTA DE LOS BEATOS MÁRTIRES DE NUESTRO CONVENTO

Este martes, 6 de noviembre, celebramos la fiesta de nuestro mártires, especialmente con la concelebración de la Eucaristía de las 19:30.
Oración a los Beatos de nuestra iglesia y convento
Beatos Alfonso, Miguel, Modesto, Dionisio, Francisco y Pedro, mártires de Cristo, franciscanos de vida sencilla y humilde, testigos de la fuerza misteriosa de la cruz en nuestros días, hoy pedimos vuestra valiosa intercesión ante Dios todopoderoso:
Que el Evangelio y la vida cristiana vuelvan a florecer con fuerza en el corazón de los hombres y mujeres de esta tierra.
Que reconozcamos el mal del pecado y el arduo y precioso camino de la penitencia. Ayudadnos a vencer las tentaciones del Enemigo y las estructuras perversas que nos oprimen y que experimentemos la liberación eterna de Cristo Rey.
Que nuestras familias sean lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas iglesias domésticas. Que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado.
Que aprendamos a obedecer más plenamente al Espíritu Santo, buscando en todo la gloria de Jesucristo, el bien de la Iglesia y de todos los hombres.
Que aumente en nosotros el deseo sincero de no conformarnos con una vida cristiana mediocre y acomodada.
Que seamos instrumentos de paz y de concordia, de justicia y perdón en todas partes.
Que vivamos el amor a la Eucaristía, a la Inmaculada y a los pobres que vosotros nos habéis enseñado con vuestro ejemplo.
Queridos beatos: reavivad en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los pueblos; infundid en los jóvenes la lozanía de la vida cristiana, capaz de contrastar las insidias de las múltiples culturas de muerte. A los ofendidos por cualquier tipo de maldad alcanzadles la alegría de saber perdonar. Que todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra,
encuentren siempre nuestra generosa solidaridad: abridles las puertas de la esperanza.
Y que la Iglesia no se quede huérfana de pastores, ministros y consagrados que prediquen la Palabra, celebren la Eucaristía y anuncien con su vida pobre, casta y obediente los bienes definitivos.
Y que todo sea para en alabanza y gloria de la Santa Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.